Todos queremos ser felices, pero a veces no sabemos cómo.

Ser feliz es muy sencillo.
Primero debemos saber que la felicidad no puede ser un estado continuo, sino momentos, en los que se alinean los hechos externos con nuestras necesidades internas.
Para que existan estos momentos, deben también existir los otros, en los cuales no hay correspondencia entre lo que pasa en nuestro derredor y lo que queremos.
El error es asociar nuestra felicidad con los hechos externos. La felicidad la determina la actitud que tomamos frente a la realidad que nos rodea.
Cuando los hechos nos favorecen debemos mostrar sin reservas nuestra alegría, dándo gracias a Dios por lo recibido, y sabiendo que este estado no será permanente. Esta es la fuente de más felicidad en la felicidad.
Cuando llegan los momentos malos, permitir que nuestras emociones de pesar se manifiesten, es lo normal. Pero no quedarnos ahí, levantar el vuelo de inmediato, sabiendo que en esos momentos el que nos ama nos está enviando señales de cosas que debemos cambiar para ser mejores. Enfrentar con entusiasmo, fe y confianza ese proceso de cambio, es la mayor fuente de felicidad en los tiempos adversos.
Demetrio Mota
31 de Mayo de 2010