La vida asigna a los hijos la difícil tarea de despedir de este mundo a aquellos que paradójicamente los trajeron a él.
Es difícil la tarea, porque al perder a los progenitores y en especial a la madre, toda acción se hace desde un dolor profundo, desde un abismo insondeable, desde una situación en la cual uno siente que le han eliminado las bases sobre las que ha fundamentado su vida y como que flota sin asidero en un etéreo mar de brumas.
Es que perder a la madre es como un rayo que impacta en el alma y la parte exactamente a la mitad y la desgarra, dejando un vacío inmenso, en el cual se dificulta hilvanar las ideas y tejer con palabras el sentimiento que te embarga.
Sobre todo, cuando la persona que despedimos eligió conscientemente como su misión en la vida, la de ser madre y esposa. Ella solía contar, que siendo pequeñas mis dos hermanas mayores, fue al cine con mi padre, y dejó a las niñas al cuidado de una persona, sumamente querida por todos nosotros, y cuando llegó intuyó que la persona estaba molesta, y en ese momento, con la fuerza de voluntad que la caracterizó, decidió que jamás saldría y dejaría a sus hijos al cuidado de otros. Y todos nosotros sabemos que lo cumplió. Fue madre 24 horas al día, sin tomar vacaciones, vivió hasta el último día de su vida con la absoluta convicción de que su misión en este mundo era ser madre.
Viendo nuestra sociedad, entiendo que la perdida de este modelo de madre, es una de las principales causas de los males que la aquejan. Porque el oficio de madre tiene que ejercerse a tiempo completo.
Y no solo fue madre de sus seis hijos, sino que asumió que cada uno de nuestros amigos también era su hijo y como tal lo trató. Aquí está Freddy Florencio, Milagros Martínez, Iris Frías, Juan Antonio, que fue un hijo amado. Ayer estuvieron, Luis, Junior, y muchos otros que no están, como Amelia, Mariita, Disla, Johnny, Churchi, Mireya, Carmen Rosa, Bebo, Miguel, Juan Nibbs, Santaella, Cira, entre muchos otros. Todos ellos llegaron a estudiar con nosotros y se quedaron siendo hijos de mi madre.. Porque su vocación de madre era tan grande que alcanzaba a todo aquel que se acogía al manto protector de su regazo. En más de un caso la relación llegó a ser más sólida con ella, que con el que lo llevó como amigo. Nuestra casa era la casa de todos, y nuestra madre también lo era para todos. Ellos y muchos otros, que en el momento no logró mencionar, fueron también nuestros hermanos y por ellos hablo.
Criar a sus hijos fue su única meta en la vida y para esto contó con la ayuda de mi padre, que con la inteligencia que lo caracterizaba, le permitió guiar el barco porque sabía que estaba en buenas manos y siempre le proveyó las cosas que eran necesarias para logar su única meta, haciendo sutiles correcciones de rumbo cuando lo creía imprescindible.
Nuestra madre desarrolló su misión en base a cuatro líneas principales:
1) la alimentación, todos nosotros sabemos sus preocupaciones por servir cada día, a cada uno, aquellas cosas que le eran preferidas. Recuerdo verla haciendo diferentes comidas para complacer los múltiples antojos de cada uno de nosotros. Preparar los alimentos era para ella un acto de amor y en efecto, convertía cada comida en una fiesta del amor. Mi mamá se sentía feliz cuando demostrábamos satisfacción ante lo servido. En cierta medida mi hermana Carmen heredó este don.
2) La salud, Se dedicó a prevenir nuestras enfermedades y a curarla si aparecían, con los remedios más folclóricos que nos podemos imaginar. Pocas personas he conocido con recetas para prácticamente todas las enfermedades comunes.
3) La educación, mi madre estuvo siempre obsesionada con la idea de que todos sus hijos y los amigos de estos se graduaran de una profesión. A pesar de que la escasez de oportunidades de la época en que creció, no le permitió adquirir un elevado nivel académico, hizo realmente hasta lo imposible para lograr que nosotros llegáramos y de forma autodidacta, en la mayoría de los casos, se convirtió en maestra de sus hijos. A mi, por ejemplo, me enseñó a multiplicar.
4) El camino correcto. Fue inflexible. No permitió nunca que ninguno torciera el camino del bien. Mantenía un sistema de alerta que le permitía intuir con antelación, cualquier intento, por más mínimo que fuera, de torcer el camino y además tenía un sistema de consecuencias que desmotivaba hasta pensar de forma incorrecta. En esto mi padre fue también un verdadero adalid.
Estas cuatro líneas las ejerció basándose en tres características personales:
A) Una tenacidad a toda prueba. Cuando se fijaba una meta, luchaba incansablemente hasta lograrla. Si había piedras en el camino, que no podía remover, sencillamente hacía otro camino, pero nunca abandonaba el objetivo. Viéndome a mi mismo y a mis hermanas, no tengo dudas de que heredamos esa parte esencial de su carácter.
Para los que me conocen, y saben que cuando digo, que voy a hacer algo llueva, truene o ventee, lo hago, porque lo hago, sepan que esa característica me la traspasó, el Ser Humano que hoy despedimos y yo me siento muy orgulloso de eso.
B) Una abnegación increíble, no había sacrifico que no fuera capaz de hacer por nosotros. Una renuncia total a todo lo que no fuera para sus hijos. No creo que ninguno de nosotros la oyera nunca desear algo para ella, todo lo contrario cuando se le daban cosas para ella, no le hacía tanto caso, como cuando esos regalos lo constituían cosas de la casa que eran para uso de todos. Me madre sacrificó todo tipo de vanidad, nunca le importó lo que llevara puesto, siempre y cuando sus hijos tuvieran lo que ella entendía que necesitaban. Mi madre nunca homenajeó al maquillaje y si el bienestar de todos nosotros.
C) Una fe indestructible. El concepto de Fe más hermoso que he encontrado en mi vida, lo tenía mi madre, era la fe que se expresaba en las cosas cotidianas. Si se le perdía algo, invocaba un santo que la ayudaría a encontrarlo y seguía buscándolo, si era un examen que tenían sus hijos los encomendaba a la Virgen, y los ponía a estudiar, pero si era un perro, llamaba a San Lázaro y tomaba una piedra, si era un medicamento, lo daba, siempre diciendo bébelo en nombre de Jesús Sacramentado y hasta para cuando aparecía una araña invocaba a San Jorge y cogía una Chancleta.
Observen que era una fervorosa creyente que siempre ligaba la fe con la acción. No he encontrado, todavía mejor definición de la fe.
Estoy convencido que fue una triunfadora, pues logró una familia de seis profesionales saludables y que hasta el momento, y le pido a Dios que sigamos así, no hemos tenido el menor desliz moral.
Muestra de su éxito también es el cariño que le prodigamos todos hasta el final de su vida, en especial mi hermana Aurea Estela, que se entregó por entero a su cuidado.
También las compañeras que nos ayudaron a cuidarla Maritza, Juana y Mercedes. No hay oro en el mundo que les pueda pagar el cariño con que acometieron esta tarea, para ustedes, en nombre de mis hermanas, y en el mío propio, gratitud eterna.
Al personal del Inden, que hizo todo lo posible, hasta el último momento, tampoco alcanzaremos a mostrar nuestra gratitud. Los vi batallar por salvar a mi madre y lo hicieron con tanto amor, tanta calidad humana, y tanta entrega que solo puedo agradecer a Dios que ustedes existen. Por favor no cambien nunca, porque es bueno saber que existe un lugar, donde la medicina se ejerce con una alta calidad, pero con un profundo sentido humano. Que el Señor los bendiga siempre.
Y a ustedes que nos han acompañando, en este difícil momento, queremos agradecerles profundamente su solidaridad, porque el camino de la resignación es muy largo, con un dolor lacerante, que solo tiene momentos de alivio, cuando la solidaridad de amigos queridos se expresa, como lo han hecho ustedes.
Cuando hace un rato alguien me pidió que viera por última vez su rostro, percibí la tranquilidad de quien ha cumplido su misión, por eso, aunque este momento es desgarrador, debemos sentirnos satisfechos, pues ella cumplió y mientras su cuerpo inerte baja hacia la tumba, se que su ejemplo sube en el corazón de cada uno de nosotros.
Madre descanse en paz
Demetrio Mota
Enero 2 de 2010, Cementerio Puerta del Cielo.