domingo, 7 de febrero de 2010

Mi Angelito Favorito

Silente llegó en los dolorosos días de la tormenta.

Con paciencia milagrosa abrió la puerta que yo había cerrado con mil candados.

Imperceptible llegó hasta lo más profundo de mi alma y se sentó tranquila a armonizar mi vida.

Con la paz que brindan sus ojos, cubrió mis heridas.

Alivió el dolor de mis recuerdos, con la dulzura que emana de su rostro tranquilo.

Sus palabras solidarias alimentaron mi fe maltratada, hasta hacerla crecer con esplendor reverdecido.

Sus pasos gráciles, guiaron mi ser hasta ese hermoso campo sembrado de afectos.

Alejó la soledad de mis días con su incesante trinar.

Sus alitas revolotearon para despertar mi alegría herida.

Sus manos amasaron con amor, las migajas de mi dolor, para convertirlo en abono para la esperanza.

Su belleza interior iluminó el túnel de mi dolor y me dio de beber en el hueco de sus ojos la luz del amor.

Como si fuera poco, me tomó de la mano y me llevó de nuevo a la vida para que recuperara con creces lo que creía perdido.

Solo te pido que no me abandones jamás y que me permitas devolverte lo que en mi has construido.

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