domingo, 17 de octubre de 2010

Soy un Guerrero


Si tuviera que definirme con una palabra, esa sería GUERRERO.

Toda mi vida he luchado solo, por mi, por los mios, por los otros, por lo que creo, por lo que no creo, a favor de unos, en contra de otros, por quienes quiero, por quienes no quiero, por lo que tengo, y por lo que anhelo.

El combate en sí mismo me alimenta, me da vida, me da valor, elimina mi cansancio, me da fuerzas insospechadas, agudiza mis sentidos, maximiza mis posibilidades, en una palabra me hace mejor.

No concibo mi vida sin esa sensación de bienestar que me produce saber que la lucha está en pie y reclama mi presencia. En los extraños momentos en que no estoy luchando por algo, le pido a Dios que no retrace la nueva batalla, porque de luchar vive mi alma.

Cada evento en mi vida lo pienso en tres momentos,

a) el antes, en el cual decido si vale la pena entrar al combate, y trato de preveer y planificar toda la acción futura.

b) Durante el combate, en el cual mi cuerpo y mi mente se funden en el crisol de la lucha y forman un ser único, que no cede un momento, que sigue adelante, sin miedo, sin dolor, sin pausas, ni treguas, sin odios, solo en el disfrute de los eventos del combate.

c) Después del combate, en cual le pido vehementemente a Dios que me permita aprender de la batalla pasada, que me de humildad para la victoria, que me de fortaleza en la derrota y sobre todo que no tarde en presentarme el próximo reto, para reiniciar la batalla.

De estos tres momentos, escribiré en las próximas tres entradas.


Demetrio Mota
Octubre 18 de 2010